Jorge Valdano (Las Parejas, Santa Fe, Argentina 1955) ha visto en el fútbol más que deporte. Gracias a su experiencia primero como jugador y luego como entrenador y directivo, ha sabido extraer de él lecciones de liderazgo y desarrollo empresarial. Hablamos sobre fútbol, negocio y empresa tras su ponencia en el XXII Congreso Anual de Oficinas de CE Consulting Empresarial.
En una ocasión dijo que dedicarse una vida entera al fútbol le parecía excesivo. Desde luego, ha cumplido la misión de diversificar: futbolista, entrenador, director deportivo, empresario, consultor, columnista, comentarista, escritor, conferenciante… ¿Se ha sentido más cómodo en una piel que en otra?
El primer premio en disfrute se lo lleva el futbolista. Esa fue mi vocación, lo que pasa es que se trata de una profesión con fecha de caducidad. Lo demás no son más que una prueba de mi personalidad inquieta. Disfruto de todo.
Tuvo que retirarse del fútbol por una hepatitis. ¿Cómo vivió entonces ese momento? ¿Cómo logró reinventarse?
Soy muy malo para las incertidumbres y muy bueno para los hechos consumados. Pasado el primer impacto, comencé a colaborar en El País, la Ser y Canal Plus y enseguida descubrí que del otro lado del fútbol también había vida. Cuando se abandona la práctica de una profesión tan apasionante como la del futbolista profesional es muy importante, el día después, tener ocupado el tiempo. Tengo una ventaja: soy poco nostálgico. La vida está siempre adelante.
Tener la capacidad de reinventarse conlleva ser curioso, saber aceptar el cambio y enfrentarse a nuevos retos. ¿Qué le motiva, inquieta o le gustaría explorar?
La mayor parte de la actividades que emprendí aparecieron de una manera casual, inesperada. A pesar de tener la imagen de una persona muy cuadriculada, no suelo premeditar mis siguientes pasos. Soy más bien espontáneo, me adapto a los desafíos y casi siempre los disfruto.
La empresa desde otro punto de vista
Al deporte en general, y al fútbol muy en particular, se le considera un mundo de pasión y emociones mientras que la empresa suele verse como algo frío y racional. ¿Dónde encuentra puntos en común?
En los dos sitios hay que saber manejar las emociones. De la misma forma que la empresa ha empezado a entender que la gente es su capital más importante, el fútbol, como industria, también entendió que las cuentas están en la esfera de lo racional.
En una entrevista para “Il Mattino” dice que el Real Madrid ha sido un visionario del fútbol moderno, en tanto que ha entendido la parte de negocio del fútbol actual. Usted ha formado parte de la directiva del club en dos de las etapas de Florentino Pérez, precisamente los años en los que esta transformación comenzó a fraguarse. ¿Qué aprendió de esa época que pueda trasladarse al mundo empresarial?
Que todo debe comenzar con una estrategia clara. Florentino la formuló así: “el fútbol es un negocio de héroes”. Por eso Figo, Ronaldo, Zidane, Beckham y todas las grandes figuras que los siguieron. Las cifras que se manejaron en esos grandes fichajes nos ponen ante otra verdad indiscutible: lo que es estratégico, no tiene precio.
Ha estado vinculado a la consultoría empresarial durante mucho tiempo. ¿Qué valores del deporte echa en falta en el mundo empresarial español?
Pasión por la formación. En cualquier país europeo e incluso Latinoamericano, para no hablar de EEUU, se le da una prioridad absoluta a la mejora continua a través de permanentes programas de formación. Aquí, el día a día se impone al largo plazo y se terminan considerando superficiales cuestiones tan críticas como la formación.
En su libro “Los 11 poderes del líder” comenta que el deporte llegó antes que la empresa a una conclusión esencial para la supervivencia de cualquier compañía: la importancia del equipo humano. ¿Qué considera clave a la hora de crear un clima de compromiso y un ambiente de reconocimiento de los trabajadores? ¿Por qué un modelo de liderazgo centrado en las personas beneficia a la empresa, pertenezca al sector que pertenezca?
Porque asegura la lealtad. Si un empleado está identificado con los valores de la empresa en la que trabaja, encuentra un clima laboral sano y es tratado con respeto por sus líderes difícilmente abandona ese lugar. Y aún no pronuncié la palabra dinero, que es un factor de motivación también importante que atañe a la justicia.
Considera que hoy en día existe la necesidad de individualizar el éxito y el fracaso, algo que se muestra muy bien en el engrandecimiento de la figura del entrenador frente al equipo. Pensando en figuras empresariales como Steve Jobs o Mark Zuckerberg, esa individualización también parece darse en el mundo empresarial ¿Qué consecuencias puede tener para las empresas?
Nefastas. Todos conocemos a empresarios o entrenadores que se apoderan de los triunfos y les asignan los fracasos a los demás. De esos tipos hay que cuidarse mucho.
Si tuviera que quedarse con un entrenador, un jugador y un empresario en base a su capacidad de liderazgo, ¿a quiénes elegiría?
Entrenador Cesar Luis Menotti, porque me influyó mucho a una edad (17 años) en la que los líderes impactan mucho. Como jugador elegiría a Sergio Ramos, porque manda desde el ejemplo, pero también desde la instrucción a los jóvenes. Como empresario a cualquiera que sea capaz de compensar el esfuerzo colectivo.
Fútbol en el nuevo milenio
Guardiola declaró recientemente en una rueda de prensa que el mercado del fútbol en su estado actual era insostenible y tendría que acabar. ¿Estamos ante una especie de burbuja? Esa “comercialización”, ¿está convirtiendo el fútbol en un negocio y alejándolo de sus valores deportivos?
Cuando más dinero más deshumanización, esa parece ser la tónica. Pero el fútbol es una industria cada vez más poderosa y me parece bien que sean los primeros actores (los futbolistas) quienes más se beneficien. Se llama justicia capitalista y no tiene que asustar a nadie.
En “Fútbol: El juego infinito” habla del poder en el fútbol y dedica un análisis más detallado a cuatro equipos españoles: Atlético, Madrid, Barça y Valencia. En todos ellos el cetro del poder está en manos distintas pero siempre lo retiene una sola. Eso implica que todos los demás han de bailar al son que marcan Simeone, Florentino o Messi. ¿Desde cuando se ha impuesto en el fútbol un mando tan férreo?
En todos los clubes hay distintos focos de poder, pero en las grandes crisis conviene saber quién es el que manda. El fútbol es tan especial que eso no siempre coincide con la pirámide jerárquica. Una mirada de Messi puede influir más que un discurso del Presidente.
También ha hablado – y sus palabras suelen dejar la impresión de nostalgia – de cómo hoy en día los jugadores son más de diseño, formados en escuelas, y se ha perdido en parte la espontaneidad de los jugadores “de calle”, como fue Raúl. ¿Esto es consecuencia del nuevo modelo que impera en le fútbol? ¿Estamos ante un punto de inflexión? ¿Cómo será el fútbol del futuro?
El fútbol del futuro será cada día más académico. Esto es una gran noticia para los jugadores mediocres y una noticia fatal para los jugadores distintos. Por otra parte, los entrenadores, a medida que aumentaron su importancia, le han ido quitando protagonismo al individuo en beneficio del juego colectivo. Son datos de la realidad.
Recientemente en nuestro país el mundo del fútbol ha dado el salto a un banquillo bien distinto al de los campos. Se han llevado a cabo procesos judiciales por los que han pasado jugadores, clubes y presidentes de organismos por fraude fiscal y corrupción. Es un panorama bastante desalentador…
El fútbol es un juego y el juego es algo que está al margen de lo real. Pero como industria está dentro de la sociedad, dentro de la economía y, por supuesto, dentro de la ley. No creo que el mundo del fútbol sea peor que el mundo que lo rodea. Tampoco mejor.
¿Qué les diría a esos niños que hoy sueñan con ser los nuevos Messi o Ronaldo? ¿Cómo les explicaría lo que para usted significa el fútbol?
No se toma la decisión de ser Ronaldo o Messi. Para llegar a ese nivel primero hay que beneficiarse de dos loterías: una genética especial y una pasión absoluta. Luego viene la práctica incansable, el conocimiento del oficio y la competición, que enseña permanentemente. Pero los más grandes de la historia suelen traer de serie los factores de desequilibrio más importantes.