En un entorno de incertidumbre, existen multitud de dificultades a las que se enfrentan las empresas. Los riesgos son variados: inflación, subida de tipos de interés, mayor endeudamiento o incremento de la deuda comercial. Estos riesgos alertan del riesgo de viabilidad de las pequeñas y medianas empresas. Por eso, desde CE Consulting analizamos todo sobre los impagos e insolvencia en las empresas con el objetivo de ayudar a aquellos empresarios que puedan encontrarse en estas situaciones.
¿Qué significa que una empresa está en situación de impagos e insolvencia?
Cuando una empresa no puede cumplir regularmente con sus obligaciones exigibles, está en insolvencia. Y se encuentra en estado de insolvencia inminente, cuando prevé que no va a poder cumplir con sus obligaciones.
En relación con este tema, hay que distinguir dos situaciones: tener impagos puntuales y estar en situación de insolvencia. Un retraso en un pago lo puede tener cualquiera empresa, o incluso, pasar por una mala etapa. Insolvencia es, como hemos dicho, una situación de impagos con regularidad.
Causas por la que se llega a una situación de impagos e insolvencia
Básicamente, las empresas entran en esta situación debido a una mala planificación en los pagos y cobros. Por falta de análisis de los riesgos que asumen, de a quién se compra y a quién se vende. Y, sobre todo, por una deficiente gestión.
¿Cómo prevenir llegar a esta situación?
Como regla general, toda empresa, en su día a día, debe ser prudente y actuar con cautela. No arriesgar demasiado, sobre todo, si está siendo avalada con el patrimonio personal de sus socios y administradores.
Lo primero a tener en cuenta es aplicar la prevención ya que cuanto más tarde se actúe, será más difícil conseguir una solución.
Gracias a los mecanismos de alerta que toda empresa debe tener implementados, esta es avisada de que algo no funciona bien. Hay que estar muy pendiente y no dejar pasar aquellas señales relacionadas con:
- Un alto índice de devoluciones por parte de los clientes.
- Retraso en el pago de los impuestos o cargas sociales.
- Incremento del endeudamiento.
- Retraso en los propios pagos.
- Recepción de demandas judiciales.
Otra forma de prevenir es implementar unos buenos controles (económico-financiero y otro de valoración de riesgos) y una política rígida de riesgos. Con ello, se obliga a la empresa a analizar bien a quién se vende, a conocer los plazos de cobro y de pago y no dejar de valorar posibles seguros de caución.
Y finalmente, evitar las renovaciones de operaciones bancarias. En muchos casos se puede intuir que la empresa está en dificultad, por lo que no hay que renovar, y menos a cualquier precio, ni aportando todas las garantías y el patrimonio que se tenga.
Y si se llega a la situación de impagos e insolvencia: ¿el empresario puede salvar su patrimonio?
En caso de llegar a la situación de impagos e insolvencia, la empresa debe ponerse en manos de profesionales para conocer qué medidas existen y aplicarlas.
Seguidamente, hay que revisar si la empresa es solvente o no, y si es viable o no. Está claro que si es insolvente e inviable poco pueden hacer los expertos. Aun así, siempre se puede intentar salvaguardar, por lo menos, una parte del patrimonio del empresario. Esto se realiza a través de los mecanismos que la Ley permite: desde negociando con los acreedores, hasta el llamado procedimiento de segunda oportunidad. El tiempo en esta situación es crucial.
Y la recomendación siempre es actuar, sea cual sea la situación. Por ejemplo, si hay que presentar un Concurso de Acreedores, aunque vaya a terminar en liquidación, hay que hacerlo. Esto es así porque el empresario administrador puede llegar a ser responsable de todas las deudas de la sociedad si no llega a actuar.
¿Qué significa declararse insolvente?
No tendrá ningún tipo de repercusión para la empresa el hecho de declararse insolvente si lo hace a tiempo y esta tiene viabilidad. Durante ese tiempo puede alcanzar un acuerdo con los acreedores, realizar una reorganización y reestructuración de la empresa, implementar un Plan de Viabilidad y convencer a los acreedores que ese plan se puede cumplir.
Por otra parte, el declararse una empresa insolvente puede suponer su punto final de vida e incluso la pérdida de todo su patrimonio y del que disponga el empresario, si este avala las deudas de la empresa.
En conclusión, una adecuada gestión económica-financiera permitirá anticipar los problemas y evitar llegar a una insolvencia sin solución. Contar con profesionales experimentados es una decisión acertada para actuar y comenzar a tomar medidas concretas para encauzar la situación.
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