Llevamos tiempo escuchando en los medios de comunicación las dificultades a las que se enfrentan las empresas en un entorno de mucha incertidumbre. Los riesgos no paran de ampliarse: inflación, subida de tipos de interés, mayor endeudamiento o incremento de la deuda comercial. Según el Observatorio de la morosidad de CEPYME, correspondiente al segundo trimestre del año, hay datos preocupantes que alertan del riesgo de viabilidad de las pequeñas y medianas empresas. En este artículo, analizamos los impagos e insolvencia en las empresas con el objetivo de ayudar a aquellos empresarios que puedan encontrarse en estas situaciones.
Algunos indicadores económicos ratifican que los impagos de las empresas están creciendo. Por ejemplo, puede verse a través del aumento del número de concursos iniciados, tanto de persona física como de persona jurídica; el crecimiento del periodo medio de pago o la morosidad en las ventas a plazo. También en el agotamiento del consumidor de sus ahorros y el estancamiento en ventas. La mala noticia es que no se espera una mejoría en los próximos meses.
¿Qué significa que una empresa está en situación de impagos e insolvencia?
Cuando una empresa no puede cumplir regularmente con sus obligaciones exigibles, está en insolvencia. Y se encuentra en estado de insolvencia inminente, cuando prevé que no va a poder cumplir con sus obligaciones.
En relación con este tema, hay que distinguir dos situaciones: tener impagos puntuales y estar en situación de insolvencia. Un retraso en un pago lo puede tener cualquiera empresa, o incluso, pasar por una mala etapa. Insolvencia es, como hemos dicho, una situación de impagos con regularidad.
Causas por la que se llega a una situación de impagos e insolvencia
Básicamente, las empresas entran en esta situación debido a una mala planificación en los pagos y cobros. Por falta de análisis de los riesgos que asumen, de a quién se compra y a quién se vende. Y, sobre todo, por una deficiente gestión.
¿Cómo prevenir llegar a esta situación?
Como regla general, toda empresa, en su día a día, debe ser prudente y actuar con cautela. No arriesgar demasiado, sobre todo, si está siendo avalada con el patrimonio personal de sus socios y administradores.
Lo primero a tener en cuenta es aplicar la prevención ya que cuanto más tarde se actúe, será más difícil conseguir una solución.
Gracias a los mecanismos de alerta que toda empresa debe tener implementados, esta es avisada de que algo no funciona bien. Hay que estar muy pendiente y no dejar pasar aquellas señales relacionadas con:
- Un alto índice de devoluciones por parte de los clientes.
- Retraso en el pago de los impuestos o cargas sociales.
- Incremento del endeudamiento.
- Retraso en los propios pagos.
- Recepción de demandas judiciales.
Otra forma de prevenir es implementar unos buenos controles (económico-financiero y otro de valoración de riesgos) y una política rígida de riesgos. Con ello, se obliga a la empresa a analizar bien a quién se vende, a conocer los plazos de cobro y de pago y no dejar de valorar posibles seguros de caución.
Y finalmente, evitar las renovaciones de operaciones bancarias. En muchos casos se puede intuir que la empresa está en dificultad, por lo que no hay que renovar, y menos a cualquier precio, ni aportando todas las garantías y el patrimonio que se tenga.
Y si se llega a la situación de impagos e insolvencia: ¿el empresario puede salvar su patrimonio?
En caso de llegar a la situación de impagos e insolvencia, la empresa debe ponerse en manos de profesionales para conocer qué medidas existen y aplicarlas.
Seguidamente, hay que revisar si la empresa es solvente o no, y si es viable o no. Está claro que si es insolvente e inviable poco pueden hacer los expertos. Aun así, siempre se puede intentar salvaguardar, por lo menos, una parte del patrimonio del empresario. Esto se realiza a través de los mecanismos que la Ley permite: desde negociando con los acreedores, hasta el llamado procedimiento de segunda oportunidad. El tiempo en esta situación es crucial.
Y la recomendación siempre es actuar, sea cual sea la situación. Por ejemplo, si hay que presentar un Concurso de Acreedores, aunque vaya a terminar en liquidación, hay que hacerlo. Esto es así porque el empresario administrador puede llegar a ser responsable de todas las deudas de la sociedad si no llega a actuar.
¿Qué significa declararse insolvente?
No tendrá ningún tipo de repercusión para la empresa el hecho de declararse insolvente si lo hace a tiempo y esta tiene viabilidad. Durante ese tiempo puede alcanzar un acuerdo con los acreedores, realizar una reorganización y reestructuración de la empresa, implementar un Plan de Viabilidad y convencer a los acreedores que ese plan se puede cumplir.
Por otra parte, el declararse una empresa insolvente puede suponer su punto final de vida e incluso la pérdida de todo su patrimonio y del que disponga el empresario, si este avala las deudas de la empresa.
En conclusión, una adecuada gestión económica-financiera permitirá anticipar los problemas y evitar llegar a una insolvencia sin solución. Contar con profesionales experimentados es una decisión acertada para actuar y comenzar a tomar medidas concretas para encauzar la situación.
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