Actualidad CECE MagazineEntrevista a Antonio Garamendi, presidente de la CEOE

21/07/2020

El presidente de los empresarios españoles, Antonio Garamendi, tiene claro lo que necesitan los empresarios para que puedan desarrollar su actividad y revertir un beneficio a la sociedad, en forma de “oferta de bienes y servicios, empleo e ingresos al Estado”. Para ello reclama estabilidad y moderación en la política, una fiscalidad que distorsione la actividad lo menos posible, y pone el foco en la formación y la innovación como palancas para incrementar la productividad y competitividad de las empresas.

La entrevista se ha actualizado en mayo de 2020 para incorporar la visión de la CEOE y su presidente, Antonio Garamendi, a la situación actual tras la crisis de la COVID-19.

Antonio Garamendi entrevista

¿Cómo ve el escenario social y económico tras la crisis COVID-19?

Complicado, pero ya se sabe que los empresarios somos optimistas por naturaleza. De verdad creo que hay por delante mucho que hacer; hay sectores, como el turismo o la hostelería, que van a tardar mucho más tiempo en salir de esta crisis. Pero el sector privado, en su conjunto, seguro que será la locomotora que tirará del país en la recuperación. Para ello hace falta que el Gobierno entienda que ayudar a las empresas a adaptarse a la nueva situación es ayudar a todos al mismo tiempo. Y también hacen falta acuerdos.

Por nuestra parte, tendemos la mano a esos acuerdos, sabemos que es la forma de que la maquinaria económica carbure y que haya paz social. Hemos demostrado como sociedad, en general, y las empresas también, que tenemos un objetivo común y que somos solidarios.

Sin ir más lejos, se ha demostrado que las empresas españolas se vuelcan con iniciativas solidarias, para proveer de bienes y servicios a quien lo necesita. Tanto es así, que la Fundación CEOE está coordinando, a través de su proyecto ‘Empresas que ayudan’ muchas aportaciones de empresas que no podían materializarse porque no existía un canal directo.

Eso demuestra una voluntad inequívoca de que queremos ayudar y de que si se nos escucha y se nos apoya se puede mirar al futuro con optimismo.

¿Qué propuestas plantearía para salir de la situación?

De entrada, es preciso plantear una estrategia de salida de la crisis y de la actual fase de aislamiento que minimice en lo posible las posibilidades de un rebrote, pero haciéndolo compatible con una progresiva y gradual vuelta a la actividad. Sin embargo, es obvio, que en ese tránsito las empresas van a seguir necesitando ayuda en forma de liquidez, moratorias fiscales y alivio de las cargas económicas que soportan. También mediante la flexibilidad suficiente para adaptar sus recursos humanos y técnicos al ritmo de la actividad.

¿Qué pide a los políticos?

Que sean capaces de hablar, de dialogar como hacemos los empresarios y los sindicatos prácticamente todos los días en miles de mesas de negociación. Que alcancen acuerdos para poder sentar las bases de esa estrategia de políticas económicas para la salida de la crisis. Porque, aunque se hable de los nuevos Pactos de la Moncloa, esto es algo muy diferente.

Aquí no creo que se esté debatiendo el modelo políticos de un país, sino la urgencia de salir cuanto antes de una crisis sobrevenida, temporal y en la que todos debemos mirar al frente con un objetivo común.

¿Qué papel desempeña CEOE en la vida política?

Más que en la vida política, yo diría que en la vida económica. Lo que ocurre es que las decisiones sobre la economía de un país se suelen tomar a nivel político y tratamos de que nuestra voz se escuche allí donde se toman esas decisiones.

CEOE es la casa de los empresarios y nuestro papel es explicar cuáles son sus necesidades, estar presentes en todos los ámbitos de negociación, alcanzar acuerdos desde la autonomía de las partes; por ejemplo, en el ámbito de la negociación colectiva con los sindicatos, dentro del diálogo social. Sin embargo, como digo, ese diálogo social, que es la envidia de los países de nuestro entorno, no siempre da lugar a acuerdos o no siempre se respeta, y es preciso levantar la voz para que los Gobiernos nos escuchen y tomen las decisiones que tengan que tomar teniendo en cuenta la realidad de los empresarios como agentes económicos.

Por lo demás, la política es cosa de los políticos y nosotros trabajamos con la mano tendida en cualquier coyuntura política y con el Gobierno que decidan los ciudadanos.

¿Qué necesitan los empresarios en la actualidad?

Estabilidad y moderación. Porque la estabilidad es la base para que la actividad económica se desarrolle en un clima de confianza y predictibilidad. Moderación porque será garantía de que se respeta el marco constitucional, la convivencia, y porque nos asegurará que esas decisiones que afectan a la economía serán lo menos distorsionadoras posible.

Un empresario solo necesita que le dejen trabajar para que, en busca de su desarrollo y crecimiento, pueda revertir un beneficio a la sociedad en forma de oferta de bienes y servicios, empleo e ingresos al Estado.

¿Cuáles son los planes futuros de CEOE?

Seguir siendo la casa de todos los empresarios, desde los autónomos y las micropymes, hasta las empresas más grandes, con la esperanza de que cada vez sean más esas grandes empresas. Esa es su esencia. Pero al mismo tiempo, lograr mantenerla mientras acometemos un proceso de transformación para adaptarnos a los nuevos tiempos. Vamos a liderar la adaptación de las empresas a la Agenda 2030, vamos a impulsar la formación y la innovación como palancas para incrementar la productividad y competitividad de las empresas, para que en el futuro se pueda reducir aún más el desempleo y que el que se cree sea de mayor calidad mientras las organizaciones son más prósperas. También tenemos que impulsar desde nuestro papel la igualdad en las empresas. Todo ello para que ganemos todos.

Para ello, también será necesario impulsar la industrialización de la economía, la internacionalización o la unidad de mercado. Tratar de persuadir a los Gobiernos de que la fiscalidad de un país como España, tan presente en los mercados internacionales, tiene que ser competitiva. Se puede hacer compatible una fiscalidad en la que las empresas no estén asfixiadas por el pago de impuestos con el reequilibrio de las cuentas públicas si nos comprometemos a mirar dónde se gasta, evaluar el retorno de ese gasto y hacerlo más eficiente, en lugar de buscar nuevos ingresos allí donde se genera la actividad.

¿Cambiaría algo de la reforma laboral?

Cambiaría para empezar la idea de que tocando cuatro o cinco artículos de la reforma laboral vamos a solucionar los problemas de empleo de España. Lamentablemente, la cuestión es más compleja. Tiene que ver con un modelo productivo en el que la industria tiene poco peso, por ejemplo.

Si, además, añadimos a eso que nos enfrentamos a una nueva desaceleración de la economía, a lo mejor de lo que se trata es de ver qué se puede hacer para conjurarla y que la actividad económica siga sustentando la creación de empleo. En cualquier caso, la reforma laboral aportó mayor nivel de flexibilidad en las empresas y eso ha salvado muchos puestos de trabajo, ha permitido seguir creando empleo cuando el PIB crece en torno al 2%, es decir, con un crecimiento menor que el que se necesitaba antes de la crisis para crear puestos de trabajo. Debemos blindar el empleo desde la actividad de las empresas, y no debemos engañarnos: la calidad del empleo depende de cuestiones como el tamaño de las empresas, los sectores que son tractores de la actividad, y, lamentablemente, no tanto de las leyes.

A partir de ahí, si hay que discutir la revisión de la reforma laboral, nos sentaremos a hablar y explicaremos nuestro punto de vista. Pero, por favor, que no se haga de manera unilateral, porque el momento económico es delicado.

¿Cuál es la situación de la empresa española?

Yo diría que expectante. Es obvio que la desaceleración económica nos coge en general mejor armados que antes de la crisis. Las empresas, como las familias, han hecho una labor de desendeudamiento en los últimos años que reduce su vulnerabilidad ante posibles crisis, lo contrario, por cierto, que el Estado, que mantiene una deuda de entorno al 100% del PIB.

En esa situación, aunque muchas empresas lo siguen pasando mal, muchas otras también han salido al exterior y eso, aunque les expone a los azotes de la guerra comercial entre China y EEUU o el Brexit, también les ha enseñado a moverse en otros mercados y a ser más capaces de sortear posibles coyunturas negativas. Pero digo que las empresas están expectantes porque la actual coyuntura política, sin perspectivas de un Gobierno estable, después de tantos meses de negociaciones, hace que las decisiones de inversión se hayan vuelto más conservadoras. Hay que esperar.

¿A qué retos se enfrenta?

Lo venía diciendo. Imaginando una coyuntura en la que las políticas económicas fueran favorables a la actividad empresarial, aún las empresas se enfrentan a un mundo cambiante que requiere hacerlo mejor aún para no quedarse en el camino.

En este sentido, las empresas necesitan avanzar en términos de competitividad, y eso solo es posible con más formación. Por ejemplo impulsando la FP Dual, para que los trabajadores estén más cualificados y sean más productivos; a través de la innovación y la digitalización, que sería algo así como la parte de la tarea que más recae sobre las empresas para que estas sean también más productivas; o mediante la internacionalización y el crecimiento empresarial.

Pero no debemos olvidar la sostenibilidad. No se trata de ser sostenibles para proyectar una buena imagen de marca. Las empresas que no se convenzan de que alinearse con los ODS ya no es una opción, sino de sentido común, no estarán en el futuro.

Los ciudadanos quieren una economía más sostenible, más saludable podríamos decir. Y lo demandan los consumidores, más allá de que estemos de acuerdo en que así debe ser, porque hay que proteger al planeta o remar para erradicar la pobreza, eso quiere decir que las empresas que mejor trabajen en términos de sostenibilidad serán las más demandadas.

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